De jueces y masas

Repaso la prensa al final del día, y me encuentro con las noticias de las manifestaciones que -en Sevilla encabezada por los padres de Marta del Castillo (+) y por el alcalde, que es juez en excedencia- recorren las ciudades para protestar por la sentencia que ha recaído en primera instancia en este caso. Parece injusta, parece poca condena y pocos condenados. Transmite la sensación de que no se ha hecho justicia. Lo puedo entender. Y puedo compartir el dolor de esa familia. ¡Cómo no hacerlo!
A muchos nos duele que los culpables de un crimen como éste queden impunes. Si es tal, no hay más...

Reconozco que los sentimientos que todo esto me provocan son contradictorios. Sensación de impotencia, pena, solidaridad con la familia. Pienso en cómo reaccionaría yo de verme en el caso... Sinceramente no lo sé. Lo puedo imaginar, pero no lo sé, porque no me he visto en él.

Pero me parece peligroso el camino emprendido. Porque lo que se transmite es algo así como que el juez ha querido dejar libre a los culpables, pese a que había pruebas inequívocas contra ellos. Creo que no es ese el camino. Las sentencias como esta son susceptibles de recurso. Si se ha hecho mal, se puede rectificar. Para eso existen las segundas instancias. Si las pruebas son las que son y no hay más, será la investigación la que ha fallado. Pero me aterra pensar que se pudiera condenar por los sentimientos que producen en nosotros los imputados. Es el Estado de Derecho la garantía única de los inocentes frente a la sinrazón de las masas. Y somos proclives a esa sinrazón tan cercana a otras de nuestra historia reciente.

Prefiero. No. Necesito, exijo, que la justicia sea tan objetiva que solo se pueda condenar sobre hechos probados. Porque esa es la garantía que a mí me ampara también; la de la objetividad y la justicia, y no la del linchamiento posible por los sentimientos que puedo despertar. Lo otro aterra, debería aterrar, porque es quedarnos en manos de la sinrazón. Empezamos a pensar que los juzgados deben replicar los juicios mediáticos que medios de opinión como los que padecemos nos venden.

Y me preocupa más que el alcalde, insensatamente, me parece, -como juez que es- se sume a esa vorágine. Flaco favor, si su presencia va más allá de la solidaridad con el sufrimiento ajeno. Más allá de eso, su presencia solo es demagogia peligrosa.

Me sucedía lo mismo con las víctimas del terrorismo. Todas las víctimas son víctimas y merecedoras de todo respeto, solidaridad y comprensión con su dolor. Su dolor es suyo, nadie se lo puede usurpar. Pero ese dolor nunca puede ser esgrimido para imponer nada fuera del Estado de derecho. El camino de la justicia, recorre la senda de la ley. Si el fallo es de la ley, cámbiese. Si no, no recorramos caminos inciertos que no sabemos a donde nos conducen. La pregunta coreada en la manifestación asusta: Juez, si tuvieras una hija, ¿qué harias?.


Comentarios

  1. Subscribo cada una de sus palabras, Fernando. Me da un poco de miedo esa masa alentada por demagogos que serían capaces del linchamiento. La gente no pide justicia, sino revancha y las pruebas son sólo subterfugios de los culpables para escapar del rigor de la ley. Es posible que alimentemos dentro de nosotros a un dictados que vive realquilado y no nos hemos enterado.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

No tengo fuerzas para rendirme

Feliz año nuevo, en pijama